COMPRENDAMOS

En este espacio pensaba hacer una crítica sobre la escasez de mecanismos para acercar a los jóvenes mexicanos a la ciencia, sin embargo, después de reflexionar un poco, llegué a la conclusión que es de todos conocido el status que tenemos en cuestiones de educación e investigación científica: el bajo número de científicos, el bajo número de estudiantes en licenciaturas y posgrados (maestrías y doctorados) que nos pone en una situación poco favorable en comparación con otros países. Así que decidí utilizar este medio para exponer las razones por las cuales los investigadores se involucran en los eventos descritos en este número y que son poco reconocidos por los mecanismos de evaluación a los estamos sujetos. Al mismo tiempo aprovecho la ocasión para hacer una invitación a todos los interesados en desarrollar este tipo de actividades para que nos contacten y podamos ofrecer nuestras experiencias y nuestro apoyo para abrir nuevos espacios que contribuyan a elevar el nivel académico de nuestros jóvenes.

La ciencia es una actividad inherente al ser humano y la podemos definir, de una manera simple, como la exploración del Universo en que vivimos. A partir de observaciones de muchos eventos y situaciones, los científicos tratan de encontrar patrones para generalizar los procesos fundamentales involucrados y que después son confirmados mediante nuevos experimentos. Quienes la practicamos conocemos lo que Sócrates llamó el mayor de los placeres humanos, que además tiene la gran ventaja que se puede transferir, actividad que en algunos de nosotros, también causa una gran satisfacción.

Además de estas satisfacciones personales, queremos tener una población que participe en la toma de decisiones, de casi cualquier tipo, de una manera razonada y que además disfrute por el hecho de que su conocimiento sobre algo es más profundo. Para esto, es imprescindible una sustancial mejora en la educación científica, una exposición más amplia y atractiva de los poderes y virtudes de la ciencia. Creemos que el mejor punto de partida es contrarrestar el desinterés por la investigación científica, o por su enseñanza, que muestran profesores y alumnos a todos los niveles.

Esto se refleja en las facultades donde vemos un escaso número de jóvenes que escogen una carrera científica, no se diga en los posgrados, donde algunas especialidades se encuentran en crisis debido a la baja demanda. Ante esto nos debemos preguntar ¿ Qué sucede con la insaciable curiosidad de los niños, o con su incisivo "¿Por qué?" que en algunos padres desata un sentimiento de psicosis (y de culpa cuando no pueden responder)?

Durante en periodo que va del jardín de niños a la preparatoria, algo sucede que los desalienta y les hace perder el interés y que debe ser atacado. Por esta razón, se han reunido aquí varios artículos sobre algunos mecanismos, que de manera aislada han surgido como una opción para defendernos del declive de nuestra curiosidad innata por conocer el universo en que vivimos.

La manera más eficiente sería a través de los medios masivos de comunicación como la televisión, el radio, la prensa, etc. Desafortunadamente, lo más frecuente es que la presentación de la ciencia que se ofrece en tales medios, salvo algunos programas de televisión por cable, sea pedante, aburrida, exagerada o de plano inadecuada, como lo vimos en el caso del acercamiento de Marte de hace unas semanas, los medios crearon tanta expectación e informaron de manera errónea, que después del evento la mayoría de la gente se sintió decepcionada.

Aunque los ejemplos vertidos en este número están enfocados principalmente hacia los jóvenes, una manera de extender más eficientemente esta labor, es ofreciendo talleres, cursos, seminarios, etc., a los profesores quienes pasan más tiempo con los muchachos.

Sin embargo, un primer paso es la popularización de estos Talleres de Ciencia, Olimpiadas, Estancias de Verano. Es impresionante la sed de este tipo de eventos, p.e., en los Talleres de ciencia (CIMAT, CICESE, UDLA, INAOE, CINVESTAV) el número de aceptados es del orden del 20% de las solicitudes recibidas. Como podemos apreciar de los artículos sobre estos talleres, los estudiantes salen motivados y con un abanico de posibilidades que no tenían antes de llegar, ¿Qué sucede con el 80% restante, donde los podemos "pescar"?

Lo ideal sería desarrollar más eventos como estos, que cada universidad o instituto de investigación ofrezca un programa de verano para que los muchachos interesados en las respectivas especialidades tenga la oportunidad de experimentar y reafirmar, o corregir, su vocación. Muchos de los investigadores llegamos a las carreras y especialidades con muy poca interacción previa con la institución o al menos con un científico.

Debemos tener en cuenta que muchos de los problemas del país sólo se pueden resolver mediante actitudes innovadoras, atrevidas y complejas, que podrían ser desarrolladas por alguno de estos brillantes jóvenes que estamos perdiendo.