"comprehendere scire est"

Divisor

Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.

Hacer un doctorado en el extranjero


Liliana Quintanar Vera + Department of Chemistry Stanford University

¿A quién se le ocurre hacer un doctorado? ¿Y a quién se le ocurre realizarlo en el extranjero? La respuesta es que a muchos: a quienes tenemos interés y curiosidad por comprender las leyes fundamentales que rigen la naturaleza del universo en que vivimos, y buscamos adquirir nuevos conocimientos y estudiar con detenimiento un fenómeno de nuestro interés. Sin embargo, realizar un doctorado no es solamente aprender más sobre un determinado tema. El realizar un doctorado es un proceso de evolución, de ser estudiante a ser científico, de ser un receptor de información a ser un transformador y generador de conocimiento.

Dónde, cómo y cuándo logré esta conversión no es tan importante, entonces ¿Porqué hacerlo en el extranjero? El estudiar en el extranjero satisface una serie de inquietudes a nivel personal: explorar nuevos horizontes, aprender cómo la gente vive en otros lugares, tener la experiencia de vivir en un lugar donde no se habla tu idioma, etc.; y también a nivel académico: estudiar temas de investigación que no se han desarrollado en México, aprender cómo se desenvuelve la gente en otros ambientes académicos, etc.

En mi caso, he tenido la oportunidad de participar en un programa de doctorado en el Departamento de Química de la Universidad de Stanford. Pese a que ya había tenido la experiencia de estudiar en Estados Unidos, a través de un programa de intercambio académico entre la Universidad de California y la UNAM, mi llegada a Stanford estuvo llena de sorpresas. No es lo mismo ir de pasada, que estar en ese lugar al menos cinco años. ¡¡¡Cinco años!!! Lo mismo pensé yo... Una de las diferencias más notorias de hacer un doctorado en Europa y hacerlo en Estados Unidos es la duración de los programas. Sin embargo, es posible entrar al programa de doctorado en EU directamente de la licenciatura, de tal forma que, un doctorado en el país vecino iguala a una maestría de dos años más un doctorado de tres años en Europa aproximadamente.

Una de las cosas que más me ha costado acostumbrarme es al ambiente académico tan competitivo que prevalece en esta universidad. No sólo porque en el ámbito de relaciones personales es evidente la cultura individualista de este país, sino también porque Stanford es un lugar lleno de gente que ha sido exitosa académicamente y que padece del síndrome del que cree que lo sabe todo. Este ambiente es más evidente en el aula, donde las calificaciones se otorgan en valor relativo y no absoluto como lo acostumbramos en México; al más listo no le conviene que los demás se superen porque eso implica que su calificación relativa disminuirá. Quizá está de más decir que el trabajo en equipo en este sistema no es precisamente el más favorecido.
Sin embargo, más allá del ambiente competitivo en el aula, una vez que uno se ha incorporado a un grupo de investigación, el panorama cambia un poco. En general, el entrenamiento técnico del estudiante novato está a cargo de un estudiante de doctorado que esté cercano a terminar y/o de un investigador posdoctoral, propiciando un ambiente donde el intercambio de ideas, conocimiento y experiencias es muy rico, y el trabajo en equipo es un poco más favorecido.

Después de todo, las colaboraciones interdisciplinarias y el trabajo en equipo son elementos clave para el avance científico.

El nivel académico en Stanford es indiscutiblemente muy alto, y las expectativas para los estudiantes lo son también. Se espera que el estudiante se vuelva independiente y que gran parte del aprendizaje sea autodidacta. Al final de cuentas, el estudiante es el principal responsable de avanzar los proyectos de investigación que constituirán su tesis doctoral. La independencia de los estudiantes y el que muchos de ellos se encarguen de tareas como: el entrenamiento de la gente de nuevo ingreso, el mantenimiento de equipos, la comunicación con colaboradores científicos, tareas editoriales como la revisión de artículos, y en ocasiones hasta cuestiones administrativas, le permite al profesor investigador concentrarse en la escritura de propuestas de investigación para obtener financiamiento.

El financiamiento de la investigación en Estados Unidos es increíblemente abundante: el presupuesto para la investigación científica en el año 2002 fue de 103 mil millones de dólares, y la propuesta para el 2004 es de 123 mil millones (aproximadamente el 0.6% del PIB. Es por ello que hacer investigación aquí es casi como tener una lámpara de Aladino, sólo hay que pedir el material, los reactivos o instrumentación y justificar su uso, para que éstos aparezcan en una caja de Fedex o UPS ante tu mesa de laboratorio). Por ejemplo, en mi laboratorio gastamos alrededor de 4000 dólares al mes solamente en helio líquido. A mí me parece que es un lujo, verdaderamente un lujo, estar en Estados Unidos y poder realizar investigación científica tan costosa. Creo que esta facilidad financiera es, entre muchas otras, una de las razones por las que la productividad científica de este país es tan alta.

No intento siquiera comparar las cifras arriba mencionadas con sus correspondientes en México, todos sabemos cuál será el resultado... Al hacer comparaciones resaltan los contrastes, pero también resaltan aquellas cosas que no valoramos cuando no tenemos un punto de comparación. Al terminar este doctorado en Stanford, me llevo conmigo la satisfacción de saber que la preparación que recibí en la UNAM me dio bases sólidas para poder desempeñarme exitosamente en uno de los ambientes académicos más competitivos del mundo. Una educación de tal nivel en Estados Unidos cuesta entre 5000 y 10000 dólares al año en colegiaturas, mientras que la UNAM es gratuita. Me llevo también muchas otras experiencias que me han enseñado a descubrir los aspectos positivos (y los negativos también) de este país, y al mismo tiempo a valorar aquellos que tenemos en México. A mi regreso, espero poder hacer uso de las nuevas perspectivas y experiencias adquiridas para contribuir al crecimiento del mundo académico en México, y así retribuirle al país por las oportunidades que me ha otorgado.


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Estudiar en el extranjero: una gran aventura .

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