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Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.

Réquiem por Benigno Espinosa, pintor y artesano de uruapan, curador del arte de méxico en el mundo


Alejandro Espinosa Calderón +

El pasado 1 de febrero de 2004, murió de un infarto Benigno Espinosa Mercado, en Tejeda 25, en el barrio de San Francisco, en el centro de Uruapan, Michoacán, en la casa pequeña que orgullosamente habitó, durante 86 años. El oficio de Benigno Espinosa como el de otros antiguos pobladores fue la artesanía, al más puro estilo y calidad indígena, es decir el “Maque indígena”, ya poco usado y en proceso de extinción por la poca defensa de esa cultura indígena. Durante años Benigno dibujo el volcán Paricutín y un retrato de un viejito enfermo sentado afuera de una troje michoacana en bateas que Tere Val Valencia, en el Parque Nacional vendía a los turistas, estas bateas Uruapenses de diferentes maderas, se maqueaban con polvos indígenas y Benigno con su habilidad innata para dibujar incrustaba en ellas los dibujos del Volcán y los Viejitos. Varias veces estas bateas fueron usadas como regalo de “Don Tata” a amistades y visitantes, ya que Lázaro Cárdenas tenía especial aprecio por Tere Val Valencia, con cierta frecuencia Tata Lázaro visitaba el Parque Nacional. Benigno Espinosa también entregaba otro tipo de trabajo para que la “Chirga”, nombre de cariño de Saluca, que vendía artesanías enfrente del Parque Nacional en el “Arte Indígena”, en esas bateas con laca mi padre pintaba la “danza de los viejitos”, así como flores en grecas fileteadas alrededor de la danza, para simular el Uruapan florido. En mi niñez aprendí ese trabajo, que después en ausencia de mi padre, que trabajaba en otros países siendo yo, aún muy joven, pero ya casado me permitió ayudarme para mantener a mi esposa y mi primer hijo, con apego a mis raíces artesanas e indígenas de la “Canoa Alta” como bien decía mi suegro, Don Encarnación Tadeo Estrada, Charro y hombre de a de veras, de los que ya casi no hay. Para los que la palabra vale más que la vida misma.

En sus andanzas como artesano y ante la dificultad de su profesión mi padre trabajo en la fabrica la “Providencia”, donde se tejía el algodón de tierra caliente y otras regiones para producir manta y otras telas, después laboró fabricando ataúdes de madera con Elvira, porque un artesano hace de todo, ya que así es la vida. Otras temporadas coloreó y termino la presentación de cientos de figuras de “guares” para el Señor Monrroy de Paracho. Algunos parientes y amigos le ayudaban a “empastar, que significa poner el color de base a esas artesanías”. Todos estos trabajos no aportaban suficiente dinero para sostener a ocho hijos y a mi madre, hija de Esteban Calderón, terrateniente venido a menos ya que con la reforma agraria, y el reparto de tierras, se le habían expropiado varios ranchos en “Santa Rosa” y otras haciendas, aún así los incontables hijos, entre ellos mi madre, mantuvieron la pretensión y forma de mirar la vida intacta.

Ante las dificultades económicas cada vez mayores, para sostener a los hijos, un día alguien lo convenció que el podría ganar dinero como artesano en Estados Unidos, corría el año de 1963 cuando con muy pocos recursos partió una noche, siendo yo un niño de seis años y sin entender porque se ausentaba por tanto tiempo mi padre. En Estados Unidos después de batallar, sufrir hambres y penurias, como sufren las personas que como él van dispuestas a buscar mejor salario para su familia. Conoció a Don Fernando Gamboa, el mas destacado museografo mexicano quién estaba a cargo de la exposición de “México en el mundo” en la Feria Mundial establecida en New York. Ahí trabajó como cuidador y poco a poco como curador de las obras de pintores famosos como Tamayo, Sequeiros, Pedro Coronel, así como otras que presentaba México para exponer su cultura al mundo.

En Estados Unidos mi padre se ganó la confianza del Sr. Gamboa, al finalizar la exposición, después de año y medio regresó a Uruapan, para trabajar dos años nuevamente con sus artesanías, continuaron las entregas a Tere Val Valencia, la Chirga y el Sr. Monrroy de Paracho. La exposición de México en Canadá y la invitación expresa del Sr. Gamboa lo hicieron que viajara en 1967 a Montreal, Canadá, tres años después a Osaka, Japón, en cada país permaneció un año y medio. Con el primer dinero ahorrado compró un terreno en “Toreo el Bajo”, donde inició mi cariño a los aguacates criollos, a la dura tarea del campo. A su regreso de Japón, con lo poco que se había ahorrado emprendimos un negocio que nunca acabo de gustarme, ya que no me agradaba limpiar baños públicos, sin embargo eso daba algo más que las artesanías. Cada ausencia prolongada, la soledad de mi niñez fue aguda, forjando mi carácter ante incontables dificultades sorteadas en forma solitaria.

En 1973 en plena adolescencia, a los 15 años, me había incorporado producto de estrechar la amistad con amigos revolucionarios, aún antes de salir de secundaria, a una célula de la “Liga Comunista 23 de Septiembre”, con la plena convicción de entregar mi vida por lograr el cambio y un orden justo de la riqueza y relaciones de producción en México, mi apodo cambio de ser “Pintor” para mis compañeros de secundaria a “Genaro”, por mi actividad y simpatía por Genaro Vázquez en la preparatoria, en ese tiempo ya habíamos tomado para los estudiantes pobres la primera casa del estudiante, donde antes fue la Preparatoria Eduardo Ruiz, en Uruapan. Participé en innumerables tomas de camiones urbanos, la planta de Coca cola en Zamora, esta fabrica en Uruapan. La toma de la central de autobuses Galeana en Apatzingan, acciones menores de difusión de propaganda en diversas ciudades. En el circulo de estudios Emiliano Zapata, estudié con entusiasmo y disciplina a todos los clásicos del materialismo dialéctico, textos de Marx, Lenin, Engels, entre otros. El diario del Che en Bolivia fue estudiado con detenimiento, así como su “Verde Olivo”, Carlos Marighella y otros luchadores latinoamericanos.

Ocurrió que producto de mi noviazgo con Margarita Tadeo Robledo, compañera de la misma facultad de agronomía, nacida en el mismo barrio, donde habían crecido sus padres y los míos, una tarde de 1975, decidí retirarme de esa actividad extremista, lo cual fue difícil porque ya conocía a algunas personas que desgraciadamente después supe por los diarios que murieron. Como mi padre tenía el contacto del Sr. Gamboa, me consiguieron que me aceptara el Pintor muralista Zacatecano Pedro Coronel, con quien estuve meses trabajando como aprendiz, en el Sur de la Ciudad de México, en la casa de este famoso pintor en San Jerónimo, ubicada enfrente de la casa de Luis Echeverria, permanecí trabajando con Coronel, mientras pasaba el problema de mi retiro de “La Liga Comunista”. Ese mismo año mi padre nuevamente viajo a Rusia, Hungría, Alemania, Checoslovaquia, y diversos países de Europa en la exposición del arte mexicano. En tanto, decidí que si no podía cambiar a mi país como lo intentábamos con mis compañeros de años atrás, lo haría teniendo una mejor familia, hijos que fuesen buenos ciudadanos.

De esta manera continué mis estudios de agronomía en la Facultad de Agrobiología, después obtuve mi maestría y doctorado en genética, dedicando toda mi actividad profesional a la investigación científica en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) desde 1979 y docencia en la UNAM a partir de 1982. Lejos de cambiar al país, con la realidad al alcance de mis manos, me propuse aportar un grano de arena con los resultados de mis investigaciones, tratando de generar mejores híbridos y variedades de maíz para ayudar a los agricultores mexicanos. Establecí de esta manera un plan de vida, que acumula 25 años. Mi padre artesano me enseño el amor a la tierra, a la agricultura, a la actividad en el campo. Siendo niño conocí “La Alberca”, ese manantial bendito, cerca de “Toreo el Alto”, con el agua deliciosa de mejor calidad para beber de esa región, antes que fuese invadido por Bautista. Invariablemente desde niño aprendí a cultivar chayotes y sacar de la tierra el “Guaras”, que es la raíz, para las tortitas en cuaresma. Aprendí a pintar la “danza de los viejitos” en las bateas, así gane para comer mientras estudiaba, ya casado con quien decidí retirarme de mis amigos de la Liga. Recientemente se vuelve a comentar con frecuencia sobre aquellos días de guerra sucia, todas las acciones inhumanas para detener la conciencia de los jóvenes de aquella época.

El primero de febrero de 2004, día que murió mi padre, artesano de Uruapan, en muerte tranquila, sólo concedida a los hombres justos, fue velado como el siempre deseaba en su casa pequeña, en el barrio de San Francisco, cerca de la “Canoa alta”, el formaba parte de la comunidad de San Francisco, a sus 86 años, representaba el comunero más antiguo de edad, también el más respetado, por ello también tenía más años de ser querido en el barrio y en Uruapan, donde innumerables gentes lo conocían y apreciaban. Antes de su sepelio lo llevamos en cuerpo presente a despedirse de su capilla de San Francisco, en cuyas fiestas, cada 4 de octubre, él trenzaba el pino, para que no faltase colgado en el cedro, en el frente de la capilla, así como la clavellina. Para que fuese admirado al escuchar la música tristona de la chirimía, conocida de niño tomado de su mano. Ese día pudo despedirse de San Antonio y San Francisco, los santos patronos del barrio, mismos que él restauró siendo yo niño.

Por eso hoy, aún con herida sin cerrar de su partida, estoy seguro que en Uruapan debe reconocerse a este artesano, que recorrió países como curador de la exposición “México en el Mundo”, ya no esta el Sr. Gamboa, de quien gano su confianza, ya que falleció hace años. Ya no esta Pedro Coronel, sólo esta su museo en Zacatecas, muestra fiel de todo su arte. Después de todo su esfuerzo por sacar adelante a sus ocho hijos, Benigno Espinosa Mercado descansa para siempre siendo vecino de tumba de otro pintor famoso como fue Manuel Ocaranza. Cada día servirá de mi vida como investigador, para dignificar el ejemplo que me ofreció toda su vida, siendo artesano orgulloso del arte indígena de mi tierra.




Alejandro Espinosa Calderón es Investigador Nacional Nivel III, Sistema Nacional de Investigadores, Investigador Titular de Producción y Tecnología de Semillas, Campo Experimental Valle de México, CIRCE, INIFAP, SAGARPA, km 18.5 Carretera Los Reyes – Lechería, C. P. 56230, Chapingo, Méx. Teléfono: (595) 95 42877 extensión 111 y 119, fax: (595) 95 46528,


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