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Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.

¿Conviene ser caníbal?


Área de Comunicación Social + Ceride

Cuando los españoles llegaron a México se asombraron y maravillaron, por supuesto, con las grandes pirámides y la arquitectura de los templos. Pero miraron con horror los sacrificios humanos y las imágenes de esos dioses feroces que necesitaban ser regados con sangre de hombres para que el sol pudiera salir al día siguiente. Lo que más los sorprendió fue que todas las víctimas de esos sacrificios fueran prolijamente comidas, y que ello ocurriera en una escala tan grande que la calificaron de diabólica.

Cien mil cráneos y cultura
Bernal Díaz del Castillo (*) describe una plaza en la que "había pilas de cráneos humanos dispuestos con tanta regularidad que uno podía contarlos, y los calculé en más de cien mil. Vuelvo a repetir que había más de cien mil". La importancia de estos sacrificios humanos en la cultura azteca era tan grande que tenían pueblos vecinos a los que no habían conquistado para poder hacerles la guerra y así capturar prisioneros y sacrificarlos. El problema es tratar de comprender el rol que los sacrificios humanos jugaron en esa cultura.

Una corriente de pensamiento relativamente difundida explica el canibalismo ritual de los aztecas desde el punto de vista ecológico. Recuerda que se trataba de una zona en la que se habían extinguido los animales de caza y había muy pocos animales domésticos. En una cultura caracterizada por la escasez de carne, el asociar a los sectores dominantes aztecas al canibalismo ritual permitiría entender a éste como una forma de obtener una dosis adicional de proteínas animales.

Después de sacrificar a cada una de las miles de víctimas humanas "todas las partes comestibles se utilizaban de un modo claramente comparable con el consumo de los animales domesticados. Es legítimo describir a los sacerdotes aztecas como asesinos rituales en un sistema patrocinado por el Estado, y destinado a la producción y redistribución de cantidades considerables de proteínas animales en forma de carne humana".

Canibalismo y política
A diferencia de los dioses aztecas, los máximos dioses del Viejo Mundo declaraban tabú el consumo de carne humana. ¿Por qué sólo en Mesoamérica (América Central) los dioses alentaron el canibalismo? Posiblemente la respuesta deba buscarse tanto en los agotamientos específicos del ecosistema mesoamericano bajo el impacto de siglos de intensa explotación y de crecimiento demográfico, como en los costos y beneficios de utilizar carne humana como fuente de proteínas animales a falta de opciones más baratas.

La pregunta debería plantear hasta qué punto los costos y beneficios del control político experimentaron un cambio favorable a consecuencia de utilizar carne humana para recompensar a grupos selectos en períodos cruciales.

La hipótesis es sugestiva, ya que ayuda a pensar las cosas de otro modo. Por una parte, es posible que asociar a los grupos dominantes al canibalismo ritual haya contribuido a fortalecer el sistema de poder. Pero la pregunta que se puede formular es: ¿se trataba de una forma de unir la clase dominante al hacerlos sentir importantes y poderosos, o era un "mero reparto de comida", como sugiere un autor? Dado que el argumento apela a lo ecológico, sería interesante pensarlo desde ese punto de vista.

¿Por qué comer seres humanos y no animales?
Si los aztecas concentraban el poder en su zona, ¿cuál era la ventaja de comer a sus congéneres en vez de conquistar a esas personas e imponerles un tributo en animales domésticos? Por ejemplo, podrían haberlos obligado a entregar una cierta cantidad de pavos para alimentar a la élite gobernante azteca. Esto no habría sido novedad para ellos ya que lo estaban haciendo con diversos productos agrícolas en razón de que la altura de Tenochtitlán no permitía obtener productos tropicales (algodón, tabaco, copal**, cacao, frutas, etc.). Justamente, una motivación para sus conquistas fue la obtención de esos recursos vegetales.

Los humanos, malos conversores
Para reflexionar sobre esto, hay que recordar que los seres humanos son los peores conversores energéticos del planeta Tierra. Esto se debe a que los humanos nacen "prematuros" en relación con otros animales. El enorme tamaño de la cabeza (resultado del mayor desarrollo cerebral) provoca el nacimiento temprano, es decir, antes de que el bebé pueda valerse por sí mismo. Pero necesita mucho tiempo para recuperar esos pocos meses que no pasó dentro del útero materno. Por nuestra lentitud de crecimiento, para aumentar de peso necesitamos comer mucho más que otros animales que nacen más formados. ¿Cuánto más? A esta pregunta se puede responder con una estimación numérica:

Supóngase que los aztecas obligan a los pueblos vecinos a pagarles un tributo consistente en una cantidad de pavos al año. Para producir estas aves no se necesitan más de 3 o 4 kilos de maíz por cada kilo de pavo adulto, el que se obtiene en unas cuantas semanas.

Y compararla con la alimentación "caníbal":

Un hombre adulto y activo, es decir, un soldado, no come menos de un kilo de maíz por día (lo que equivale a unas 3600 calorías). Si se deja de lado la primera infancia, en veinte años (7300 días) el soldado habrá comido unos 7300 kilos de maíz. Si se supone que tiene un peso aproximado de 70 kilos cuando los aztecas se lo comen a él, esto significa que hay que destinar más de 100 kilos de maíz para producir un solo kilo de aborigen.

En otras palabras, con los mismos insumos se pueden obtener unos 25 o 30 kilos de carne de pavo por cada kilo de carne humana. No hay, por consiguiente, argumentos ecológicos que expliquen el canibalismo azteca, ni el canibalismo en general.
Salvo en casos de naufragios, ciudades sitiadas u otras situaciones extremas, nunca hubo motivos alimenticios para comer seres humanos. Luego, hay que buscar razones de índole cultural y político antes que ecológicas y nutricionales.

(*) Soldado y cronista español (1492-¿1581?) que participó en la conquista de México, cuya gesta ha relatado en su
"Verdadera Historia de los sucesos de la Conquista de Nueva España".

(**) Resina que se extrae de diversos árboles de las regiones tropicales, y que sirve para la preparación de barnices y como
incienso.

Fuente: El Ambiente en las Sociedades Precolombinas; de A.E. Brailovsky. Prociencia/Conicet/Ministerio de Cultura y
Educación de la Nación. Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe –Área de Comunicación Social del Ceride-.

CERIDE

Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe

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